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lunes, mayo 11

Vera Rockline, sensual e intensa

Nu au beret rouge
Vera Rockline 1896-1934
  • Vera Rockline nació en Moscú en el año 1896, de padre ruso y madre francesa, donde asistió a clases en el estudio del artista I. Machkoff.
  • Entre 1918 y 1919, expuso sus primeras obras en colaboración con un grupo de artistas judíos.
Paisaje
  • En mayo de 1919, tuvo que trasladarse al estado de Georgia, antes de establecerse en París en 1921.
Puerto
  • Vera comenzó a exponer en el Salón de Otoño durante el año siguiente. Sus primeras obras muestran la influencia del Cubismo, aunque su paleta de colores es extremadamente sutil y recuerda a la de Cézanne.
Naturaleza muerta
  • Después de esta primera incursión en el Cubismo, su estilo se aproximaría más al Realismo, aunque en ese momento el arte contemporáneo está cada vez más distanciado de ese movimiento.
View of Paris roofs
  • Vera, sin embargo, consigue atraer al público francés gracias a sus delicadas y realistas pinturas de desnudos, logrando conmover a la crítica y al público.
Nude Sleeping
Reclined nude
  • Su suicidio a la edad de 38 años, en el momento álgido de su fama, consagró su condición de trágica heroína de la diáspora rusa, en vísperas de la Revolución de 1917.
Autorretrato
  • En 2002, su trabajo fue presentado en el Museo de Montparnasse, en París, junto a pinturas de Tamara de Lempicka, Marie Laurencin, Chana Orloff, Sonia Delaunay y Natalia Gontcharova.
Luchadores
  • La exposición fue una triunfante afirmación de la labor de las mujeres artistas de Montparnasse, pintoras que por derecho propio y por su personalísimo estilo han contribuido en gran medida a la creación del "mito de Montparnasse", y cuyo papel no se limita a la de ser modelos y musas de sus más célebres homólogos masculinos.
  • En este caso, Vera ha contribuido al arte de manera extraordinaria, a pesar de su corta vida.
Dama con abanico
  • Sus lienzos cargados de futuro quizá, llenos de rostros de mujeres con semblante y mirada perdida, desnudos con una sensualidad viva e intensa, mensajes indescifrables a veces, hacen ahora más que nunca mella en los amantes del arte, y también en los coleccionistas, llegando a pagar sumas de dinero considerables.
An elegant lady with a pearl necklace
  • Esta pintora ha encontrado su lugar recientemente en la historia del arte de los siglos XX y XXI, alcanzando la mayor cotización en las subastas coetáneas.
Bailarina
Color rosa
Femme à la fourrure
The sailor
Retrato
Nu au pendentif bleu Hui
Vue de Tiflis, Georgia1917
Desnudo con collar de perlas
Desnudo sentado
Mirror nude
The card players
Maternidad
Femme gantée de noir Hui
Modèle assoupi
Lirios
Nude Sleeping
Retrato de Rose Laroque Granoff
Nude
Retrato
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sábado, enero 24

La Regenta, La obra de la semana

Santiago Rusiñol i Prats
  • Ana se sentía caer en un pozo, según ahondaba, ahondaba en los ojos de aquel hombre que
  • tenía allí debajo; le parecía que toda la sangre se le subía a la cabeza, que las ideas se
  • mezclaban y confundían, que las nociones morales se deslucían, que los resortes de la
  • voluntad se aflojaban; y viendo como veía un peligro, y desde luego una imprudencia en
  • hablar así con don Álvaro, en mirarle con deleite que no se ocultaba, en alabarle y abrirle el
  • arca secreta de los deseos y los gustos, no se arrepentía de nada de esto, y se dejaba resbalar,
  • gozándose en caer, como si aquel placer fuese una venganza de antiguas injusticias sociales,
  • de bromas pesadas de la suerte, y sobre todo de la estupidez vetustense que condenaba toda
  • vida que no fuese la monótona, sosa y necia de los insípidos vecinos de la Encimada y la
  • Colonia...
  • Ana sentía deshacerse el hielo, humedecerse la aridez; pasaba la crisis, pero no
  • como otras veces, no se resolvería en lágrimas de ternura abstracta, ideal, en propósitos de
  • vida santa, en anhelos de abnegación y sacrificios; no era la fortaleza, más o menos fantástica,
Ken Howard
  • de otras veces quien la sacaba del desierto de los pensamientos secos, fríos, desabridos,
  • infecundos; era cosa nueva, era un relajamiento, algo que al dilacerar la voluntad, al vencerla,
  • causaba en las entrañas placer, como un soplo fresco que recorriese las venas y la médula de
  • los huesos.
Ken Howard
  • «Si ese hombre no viniese a caballo, y pudiera subir, y se arrojara a mis pies, en
  • este instante me vencía, me vencía». Pensaba esto y casi lo decía con los ojos. Se le secaba la
  • boca y pasaba la lengua por los labios. Y como si al caballo le hiciese cosquillas aquel gesto
  • de la señora del balcón, saltaba y azotaba las piedras con el hierro; mientras las miradas del
  • jinete eran cohetes que se encaramaban a la barandilla en que descansaba el pecho fuerte y
  • bien torneado de la Regenta.
  • Ahora, al sentir revolución repentina en las entrañas en presencia de un gallardo jinete, que
  • venía a turbar con las corvetas de su caballo, el silencio triste de un día de marasmo, la
  • Regenta no vaciló en creer lo que le decían voces interiores de independencia, amor, alegría,
  • voluptuosidad pura, bella, digna de las almas grandes.
  • Sus horas de rebelión nunca habían
  • sido tan seguidas.
  • Desde aquella tarde ningún momento había dejado de pensar lo mismo; que
  • era absurdo que la vida pasase como una muerte, que el amor era un derecho de la juventud,
  • que Vetusta era un lodazal de vulgaridades, que su marido era una especie de tutor muy
  • respetable, a quien ella sólo debía la honra del cuerpo, no el fondo de su espíritu que era una
  • especie de subsuelo, que él no sospechaba siquiera que existiese; de aquello que don Víctor
  • llamaba los nervios, asesorado por el doctor don Robustiano Somoza, y que era el fondo de su
  • ser, lo más suyo, lo que ella era, en suma, de aquello no tenía que darle cuenta.
  • «Amaré, lo
  • amaré todo,
  • lloraré de amor, soñaré como quiera y con quien quiera; no pecará mi cuerpo,
  • pero el alma la tendré anegada en el placer de sentir esas cosas prohibidas por quien no es
  • capaz de comprenderlas».
Vera Rockline
  1. Dos fragmentos de La Regenta
  2. Del capítulo I
  3. Del capítulo XVI
  4. Leopoldo Alas, Clarín

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